11 mar 2009

La Esperanza II

Nuestra ansiedad provoca en nosotros la urgencia de todo, pero
como la vida no tiene obligación ni tampoco es nuestra esclava, se
encapricha y no nos satisface a la hora que nosotros lo exigimos, por
lo tanto, nuestra ansiedad ingresa en la desesperación cuando esta
desesperación presiona demasiado y la vida no responde a nuestras
urgencias, nace en nosotros la esperanza, como forma de ilusión
resignada que promete saciar algún día nuestra ansiedad.
La esperanza es por consiguiente, la capitulación del capricho
convertido en resignación, que termina sustentándose en la posibilidad
de concretarse en el futuro, lo que significa que no aceptamos la
vida tal cual ella es, creando de esta manera nuestro conflicto
interno y el sufrimiento posterior.
Somos educados para vivir en la irrealidad y la ilusión, no
para percibir lo que es y la realidad, ésa es la razón por la cual la
esperanza tiene tanto éxito en nuestro vivir porque con ella podemos
creer que en el futuro todo es posible, mientras que en la realidad
(la práctica de la vida diaria) del presente, es negada esa ilusión, y
nos termina haciendo cómplices del abuso intelectual de los líderes,
de la explotación y de la crueldad, que se ejecuta con nosotros y los
demás, mientras seguimos pensando que mañana todo será diferente.
Adoptamos la esperanza como un escape que nos permita eludir
la realidad desagradable que nos toca vivir, puesto que ella alimenta
la ilusión del futuro, no del aquí-ahora, lo que termina
transformándose en una entretención psicológica que desarrolla uno de
los factores que alimenta la mantención del miedo en nuestro vivir y
el consecuente sufrimiento. La ilusión.
Al ser la esperanza una ilusión futurística, se presenta como
la herramienta perfecta para crear falsas expectativas, de modo que
para establecerla sólo se necesita de promesas, y esto lo saben mejor
que nadie las autoridades y los líderes, los cuales usan esta
herramienta para alcanzar sus fines egoístas y sus ambiciones
personales. La esperanza desarrolla ilimitadas expectativas con lo
cual acrecienta la ansiedad, el desespero, la ilusión y el consecuente
sufrimiento, cegando a su poseedor de toda objetividad, imparcialidad
y racionalidad, desembocando todo esto en la aceleración del parloteo
de la mente y la obsesión.
Cuando la vida no satisface lo que deseamos o queremos, surge
en nosotros la resignación y ella nos deja como recuerdo de nuestro
fracaso a la esperanza en forma de hijo adoptivo, que juega a
convertirse en hijo verdadero algún día. La esperanza nos recuerda de
nuestro fracaso en la satisfacción de nuestros deseos, y ésa es la
razón por la cual la mantenemos con nosotros durante tanto tiempo
para que algún día se cumpla, y de esa manera revertir la situación,
de suerte de estar algún día [...] dentro del círculo de los
triunfadores y exitosos.
La falta de comprensión de lo que es tal cual es, y no como
nosotros desearíamos que fuera, nos deja como única alternativa el
mantener viva la esperanza, creyendo que de esa manera somos
sensibles, racionales y humanos, sin poder percibir que es justamente
el alimento de la esperanza quien nos hace seres ilusorios, faltos de
sensibilidad e inteligencia, porque nos guste o no, la vida es lo que
es, y la falta de comprensión de esta simple realidad demuestra
nuestra falta de sensibilidad para percibir racional e
inteligentemente lo que es.
Mientras mantengamos viva, mediante todo tipo de argumentos y
justificaciones a la esperanza, seguiremos expuestos al auto-engaño y
a la desilusión que nos provoca el depositar la confianza en las
promesas de los demás. El mantener viva a la esperanza es mantener
viva a la ilusión, el deseo y como consecuencia a la ignorancia, a la
irracionalidad y a la ausencia de inteligencia. Para demostrarlo sólo
vea que hemos depositado toda nuestra esperanza en el neo-liberalismo
y hoy nos gobierna el placer, el dolor, el deseo, la ambición, el
egoísmo, la codicia, el miedo... y la eterna esperanza.

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