16 mar 2009

La Rebelion de la Inteligencia

Cualquier ser humano sensato, serio y con una pequeña cuota de sensibilidad se encuentra hoy en día preocupado profundamente por la crisis y el estado en que se encuentra la humanidad. De una manera u otra busca, se pregunta e indaga la posibilidad de una salida para esta situación. Si observamos la historia veremos que todos los intentos teóricos, doctrinarios (políticos, sociales, económicos, religiosos) cuando estuvieron en el poder fracasaron, hoy solo nos queda la ilusión de algún milagro.
Trescientas cincuenta y ocho personas son las dueñas del mundo (obtienen el 40% del poder bruto mundial), manejan, dirigen y determinan, el sentido de la propaganda y publicidad, la cual tiene por fin convencernos de los beneficios que obtendrá la humanidad de la política del errame, como es llamada por la codicia ultra derechista moderna el neoliberalismo. La política del derrame lo único que ha
derramado en el mundo es miseria, hambre y muerte. Hoy existen cada
vez más pobres y menos ricos, se han incrementado los presupuestos
bélicos al doble que en los tiempos de la guerra fría, los daños
ecológicos producidos por el progreso post-moderno [...] son
indescriptibles, 1500 millones de seres humanos se encuentran por
debajo del nivel de pobreza y esta cifra va en aumento, 3500 millones
de seres humanos son pobres, 25 millones de personas son afectados por
el uso abusivo de herbicidas en las plantaciones de OGM, 35 mil
personas mueren diariamente de hambre, sólo 5 millones viven
cómodamente, 5000 millones de personas viven en estado de necesidad.
Al menos 300 millones de niños en el mundo son sometidos a la
explotación, etc, etc, etc. Una pregunta ¿esto es el derrame?
Debemos reconocer que mediante la propaganda y la publicidad, el
neoliberalismo ha realizado un derrame nunca visto de egoísmo,
ambición, ansias de poder, vanidad y lujuria. El resultado de ello ha
sido un derrame espectacular de odio, rencor, resentimiento,
persecución, agravio, discriminación, aislamiento, desprestigio contra
todo lo que no esté a su favor o no piense como ellos. La aldea global
o idea única, que se presenta como verdad irrefutable y exclusiva, lo
único que tiene de verdad es pretender encarcelar, amordazar y
destruir definitivamente, el cómo pensar, para llevarnos a la máxima
aspiración del mercado [...] someternos a que sepamos en qué pensar,
lo que significa que el mercado tiene la solución de nuestras vidas, y
como consecuencia, el encuentro definitivo con la paz y la felicidad
[...]
Como podemos ver, ni esta nueva rebelión globalizada del mercado, ni
las anteriormente conocidas por la historia humana reciente
(capitalismo industrial, revolución francesa, rusa, china, cubana)
lograron la solución de nuestro vivir, ni nuestra felicidad, y ello ha
sido por una sola razón: todas las rebeliones han sido dirigidas por
líderes ideologizados, donde prima la idea, no el hombre.
La Rebelión de la Inteligencia comienza cuando somos capaces de ver,
no solamente en una fase verbal sino que como una realidad histórica,
como un hecho, que ninguna revolución ideológica pudo, puede, ni podrá
salvarnos, porque nadie puede vivir una idea debido a que todas estas
pertenecen al orden de la intelectualidad, al orden de la memoria y,
tanto la una como la otra, se nutren del miedo y del pasado, por lo
tanto, todo lo que nace del intelecto y la memoria es nada más que: el
temor proyectándose hacia el futuro como solución, lo cual
evidentemente sigue siendo el miedo pero con un barniz de otra cosa.
El poder ver esto, no de manera intelectual, verbal, sino como una
realidad, nos permite abandonar definitivamente las soluciones
ideológicas ideales, como salidas posibles de la crisis en que estamos
envueltos, y comenzar a buscar soluciones serias y definitivas. Para
ello debemos partir del hecho real, que nos muestra que la crisis del
mundo existe porque nosotros estamos en crisis, y que esta crisis que
existió antes y existe ahora, es porque como seres humanos no nos
comprendemos a nosotros mismos y, por lo tanto, no comprendemos la
vida que nos toca vivir, de modo que al ser esto así ¿de que sirve
cualquier propuesta ideológica que propongamos como salida si ella
inevitablemente nacerá de nuestra confusión?
Todos los argumentos que componen una ideología surgen del
refinamiento de la memoria, que compara el pasado con el presente y se
auto proyecta como solución hacia el futuro, describiendo la realidad
y su verdad, por medio de la interpretación. La interpretación es la
encargada de argumentar lo que fue, lo que es y lo que será. Los
argumentos, por lo tanto, son nada más que interpretaciones personales
de los llamados líderes que ofrecen la nueva ideología como solución a
la crisis humana. Todo esto es nada más que el ejercicio intelectual
de la memoria. Esto no es Inteligencia.
¿Por qué creemos que sólo la memoria puede presentarnos soluciones,
cuando jamás en la historia humana ha podido resolver algo? Esto es
muy simple: porque no conocemos otra cosa y porque es lo único que
hemos ejercitado durante toda nuestra vida. De la inteligencia sólo
sabemos su nombre y que supuestamente existe.
La ideología, la teoría, es el resultado de la proyección intelectual
de la memoria que se pone en movimiento mediante el ejercicio de la
interpretación, por lo tanto, toda solución que resulte de ello es la
proyección intelectual de los buenos deseos y las buenas intenciones,
que en la práctica son nada más que proyecciones de la memoria
psicológica proponiendo ilusiones; deseando que éstas se conviertan
en esperanzas reales en el ser humano, ya que solo así pueden ser
tomadas en cuenta.
Cuando el ser humano hace suya una esperanza, confía en ella como la
panacea absoluta y real de su solución, y a partir de ahí está
predispuesto a llevarla a la cima absoluta del poder, pero lo que el
ser humano no sabe es que la memoria no puede resolver nada porque...
la memoria es repetición. Todas las fórmulas repetitivas de la memoria
o ideologías, han pasado a lo largo de la historia humana por el poder
(políticas, sociales, económicas, religiosas, filosóficas), y no han
podido sostenerse por mucho tiempo como la solución real del problema
humano; todas fracasaron cuando la humanidad les dio la oportunidad de
ejercer el poder para que pongan en práctica sus ideas. La memoria no
puede tener otro destino que el fracaso cuando desea suplantar a la
inteligencia; esta última es creación, la memoria es repetición.
Las ideologías modernas son la repetición de las antiguas pero con un
barniz de ideas nuevas. El neoliberalismo, por ejemplo, es la
ideología que sustentó en el pasado a la esclavitud (358 personas hoy
en día son dueñas del mundo y del poder). Bajo la capa de barniz de la
democracia, el neoliberalismo se transformó en la esclavitud perfecta,
porque le da al ser humano la opción de elegir entre amo neoliberal de
derecha y amo neoliberal progresista [...] obviamente a través de la
democracia, la cual en estas circunstancias, se transforma en el
derecho que tiene la sociedad de elegir a su amo neoliberal. De manera
que... ¡Hoy más que nunca, el neoliberalismo ha transformado la
democracia en el derecho que tienen los pueblos de elegir su propia
dictadura esclavista!
Si vemos el mundo hoy, tendremos que reconocer que el aceite
lubricante que lo mueve es: la ambición y el egoísmo... ¡y nadie puede
obligar a otra persona a ser bondadosa! La incapacidad demostrada por
nuestros líderes para hacer de este mundo algo más justo (en términos
económicos por supuesto), nos lleva a plantearnos el siguiente
interrogante ¿qué podemos hacer cada uno de nosotros para sacar a este
mundo de la miseria, pobreza, desolación, explotación, angustia,
sufrimiento, derramamiento de sangre, guerra, destrucción ecológica,
etc, etc, en que se encuentra?
Viendo la historia, aunque no nos agrade, debemos reconocer que todos
los proyectos ideológicos fracasaron y lo siguen haciendo, lo cual nos
lleva a la única salida que nos queda y que nunca hemos intentado:
conocernos a nosotros mismos a través del autoconocimiento, sabiendo
que lo único que nos puede reflejar nuestro interior es el
relacionamiento. El conocernos a nosotros mismos exige de nosotros
algo elemental para que este autoconocimiento dé sus frutos y es el
ser honesto con nosotros mismos. El relacionamiento con los demás
sacará todo lo que guardamos clandestinamente y escondemos en lo más
profundo de nosotros y no queremos reconocer que lo tenemos: los
celos, el orgullo, la vanidad, nuestras antipatías, odios, rencores,
ansias de poder, egoísmo, ambición, etc.
La sociedad exteriormente nos dice que esto es malo, pero
clandestinamente, mediante la educación, la cultura, la política, la
religión, la moral, la publicidad y propaganda nos incentiva para que
seamos así. Si no fuese así jamás hubiéramos llegado a globalizar el
neoliberalismo, el cual es el máximo exponente de la ambición, el
egoísmo, la explotación, el individualismo, el orgullo, la vanidad, la
arrogancia... y todo lo demás.
La sociedad nos respeta siempre y cuando nosotros nos sometamos a su
moralidad, que como podemos ver es la cosa más inmoral que existe. La
rebelión de la inteligencia debe comenzar en nosotros, desconociendo
todo aquello que nos quiere vender la sociedad como moral, justo,
bueno y lo único que existe.
La rebelión de la inteligencia debe comenzar sabiendo que los sueños
utópicos, de un mundo donde no exista explotación, destrucción
ecológica, egoísmo, guerras, hambre, miseria, niños explotados y gente
que muere por hambruna, es posible. Cuando millones de “utópicos”, se
decidan llevar a cabo estos sueños, ellos serán realidad.
Si nos amoldamos y sometemos a la idea única del realismo neoliberal
[...] evidentemente los sueños utópicos de justicia, paz, armonía, un
mundo menos contaminado, seres humanos alimentándose, estarán
perdidos. La inmoralidad de la sociedad llega tan lejos que hoy en día
cuando existen 1500 millones de seres humanos bajo el nivel de pobreza
de los cuales 1200 millones se encuentran en posibilidades de morir de
hambre (jamás nuestro mundo llegó a estas cifras) nos dicen, a través
de nuestros lideres, por medio de la propaganda y la publicidad, que
lo único real es la aldea global de la idea única con su política de
derrame aplicada mediante la sensatez del mercado del cual son dueños
358 personas egoístas y ambiciosas a más no poder, con una avaricia
insaciable. Quien piense distinto a esto es un soñador utópico! La
realidad verdadera del mundo neoliberal es ésta: cada vez más pobres y
menos ricos, cada vez más dinero en el mundo y más hambrientos; si
usted piensa como ser humano, y está en contra de este holocausto
silencioso, es un soñador utópico, porque la única realidad a la cual
se debe someter es a la de la codicia sin piedad de los inversores!.
Trescientas cincuenta y ocho personas y 200 empresas son las dueñas
del mundo y del poder... jamás en toda la historia humana la riqueza
estuvo tan mal distribuida como bajo los desparramadores neoliberales,
su derrame sólo alcanzó para 358 personas, obviamente ignoran que en
el mundo somos 6500 millones. Como podemos ver, éste no es un derrame
de ríos y mares, más bien se parece a una simple menstruación.
La salida no es buscar la ideología opuesta económicamente a esto,
como el comunismo, puesto que, como toda ideología fracasó, y lo único
que dejó en la historia fueron sus dictaduras, masacres, opresiones
salvajes y la miseria del pueblo, mientras los gobernantes y los
miembros del comité central del partido vivían en la opulencia por
medio del avasallamiento de los derechos humanos, la persecución a
todo aquel que no pensara como ellos, etc. Todo esto fue hecho en
nombre de la revolución, la igualdad, la solidaridad y la fraternidad
que debía tener el hombre nuevo. Esta igualdad y esta fraternidad fue
real, pero sólo para los miembros del comité central del partido
comunista que se convirtieron en la nueva casta social aburguesada de
la sociedad. Todos estos son hechos no teorías, pues lo vivimos.
Como podemos ver, por más diferente que parezcan los basureros de la
memoria, siempre terminan siendo más de lo mismo! La sociedad no puede
cambiar al hombre, esto es posible sólo cuando el hombre se transforma
por dentro, pero no es posible cuando el hombre cambia de ideología,
porque esto es nada más que el trueque que hace la memoria para
apoderarse de un nuevo [...] juguete intelectual, pero por dentro todo
sigue igual... egoísmo, ambición, ansias de poder, orgullo, odio,
rencor, nacionalismo, guerra, etc.
La rebelión de la inteligencia, debe ser la rebelión de la libertad
sin organizaciones, partidos o líderes que la dirijan, porque tanto
los unos como los otros son propensos al soborno, la coima y las
negociaciones. Cuando un ser humano acepta pertenecer a cualquier tipo
de organización y tener un líder que lo conduzca, está automáticamente
subyugando su inteligencia, adormeciéndola y matándola a cambio de que
otro piense por él, le diga lo que tiene que hacer, lo que es bueno y
lo que es malo, etc, etc. La costumbre que tenemos de depositar
nuestra responsabilidad en otro (el líder) se debe a que si todo
fracasa tenemos a quien culpar y no nos sentimos responsables de nada.
El líder, la organización, siempre nos indican, señalan y nos dicen en
qué pensar, y ésta debe ser la primera, fundamental y eterna rebelión
de la inteligencia, poniéndose en la vereda de enfrente, ejercitando
el cómo pensar. El saber en qué pensar, inducido en nuestras mentes
por nuestros líderes, ha llegado tan lejos que hoy nos proponen la
idea única para acabar, por medio de un holocausto masivo del
pensamiento, con la posibilidad que tenemos de aprender a cómo pensar,
y nada menos que por nosotros mismos.
Sabiendo cómo pensar, no existe la menor posibilidad de participar en
el juego macabro de nuestros líderes que nos conducen por el sendero
de sus intereses ocultos y que, hoy por hoy, ya ni siquiera tienen
algún sentido los poderes que ejercen, porque el real y el verdadero
poder lo ejerce y lo ejecuta el mercado, de modo que sólo les queda,
el someterse a las reglas de la globalización del egoísmo y ambición,
dictada por la idea única de una aldea global que manejan 358
personas.
La rebelión de la inteligencia es la rebelión de la libertad, porque
sabiendo cómo pensar se acaba el lavado de cerebros eterno al cual nos
induce la sociedad, proponiéndonos desde todos los ángulos (políticos,
sociales, religiosos, filosóficos, periodísticos, educacionales,
propagandísticos y publicitarios) el someternos al saber en qué
pensar, mientras que el aprender a cómo pensar, no puede ser enseñado
por otro, es algo que cada uno de nosotros debe aprender. El primer
paso para aprender a cómo pensar es liberarnos de toda doctrina,
creencia, dogma, teoría, porque son ellas junto con la moral de la
sociedad, la que nos someten y nos esclavizan a ser seres de segunda
categoría, ya que están estructuradas para darle al hombre la receta
mágica, y todas las respuestas para que el ser humano sepa en qué
pensar.
Las teorías, doctrinas, dogmas, creencias, la cultura, la tradición y
la moral, son el eje central de la separación, división, conflicto y
enfrentamiento entre los hombres, los unos contra los otros, creyendo
cada uno que sus convicciones deben ser adoptadas por los demás o
impuestas al resto del mundo para que el mundo sea feliz. ¡Todo el
mundo sabe en qué pensar!. Así es como nos va.
La rebelión de la inteligencia no puede ser, ni encontrarse
estructurada en pautas a seguir, métodos predeterminados, metas a
alcanzar, principios que defender, teorías y estrategias o esperanzas
para el mañana, porque todo esto ya lo hemos vivido desde el principio
de la historia humana y fracasó. La rebelión de la inteligencia debe
basarse en los hechos de la realidad, en lo que es, y si los hechos y
lo que es, están desvirtuados, no hay porque justificarlos. Los hechos
de la realidad y lo que es, hoy en día, muestran a todo ser humano
serio y pensante, que el neoliberalismo es una desgracia y un flagelo
para la humanidad. ¿Por qué habría que considerar que está bien?
Para que exista el surgimiento de la inteligencia en el ser humano es
indispensable que éste se aboque al autoconocimiento, puesto que es
demasiado elemental el darnos cuenta que, si nada sabemos acerca de
nosotros mismos, menos podemos saber de los demás y del mundo que nos
rodea y por lo tanto, siempre encontraremos satisfacción en alguna
creencia, teoría o doctrina para identificarnos con ella creyendo que
esa es la supuesta solución para la crisis del mundo y así habremos
hecho girar la rueda de la ignorancia nuevamente.
La crisis del mundo es el reflejo externo de la crisis interna en que
nos encontramos cada uno de los seres humanos de este planeta, y
mientras no podamos ver y reconocer esto como un hecho, todas las
tentativas de cambio que propagandisemos, adoptemos o propongamos,
serán ilusorias, utópicas y sólo quedarán en la historia registradas
como... buenas intenciones.
Para que cambie la sociedad primero tiene que cambiar quienes
la componen y esos somos nosotros. La sociedad es lo que nosotros
somos, puesto que la sociedad no tendría existencia sin nosotros, y si
nosotros estamos fraccionados interiormente, divididos, en conflicto
con nosotros mismos ¿Por qué la sociedad tendría que ser diferente?
¿Puede la sociedad ser diferente de sus componentes? ¿Existe la
posibilidad de una sociedad armónica y equilibrada cuando el ser
humano que la compone no tiene para sí mismo equilibrio, armonía,
racionalidad, ni paz interior?
La costumbre de mentirnos a nosotros mismos, hace que veamos a los
demás culpables por el desastre que es nuestra sociedad, o sea,
nosotros siempre somos los buenos y el resto son los malos y a su vez,
ésta es la causa por la cual la sociedad no es mejor porque ¡si los
demás fueran como nosotros!... todo sería distinto. Pero como esto es
lo que piensan 6500 millones de seres humanos ¿cuándo va a cambiar
nuestra sociedad? ¡No puedo cambiar a los demás ni a la sociedad, pero
si puedo transformarme yo! Si cada uno de nosotros se aboca a
transformase a sí mismo, existe la única posibilidad real de que el
mundo cambie. El resto es pura fantasía. Las doctrinas, creencias,
dogmas, teorías, buenas intenciones, los líderes, partidos políticos y
religiones ya lo demostraron.
Las doctrinas, creencias, dogmas, teorías (políticas, sociales,
económicas) las instituciones, las costumbres, la moral, que
constituyen a la sociedad, fueron y son creadas por los hombres que la
componen, no son algo distintas a nosotros. El creer que cambiando de
teorías económicas o políticas, cambiando las estructuras de la
sociedad, (como plantearon los marxistas) tendríamos mágicamente una
sociedad mejor, es como creer que puedo ser otro simplemente por
cambiarme de ropa.
La revolución cubana [...] es la expresión práctica y un hecho vivo y
real de esto. Toda su “igualdad” es nada más que el slogan que usan
los miembros del PC para oprimir, darse lujos personales, sustentar a
la dictadura de Fidel, mientras en la realidad, el pueblo cubano no
tiene derecho ni las mismas opciones de alimentación y privilegios que
ellos, ni siquiera tienen derecho a pisar sus hoteles, a ingresar en
los lugares de los turistas, pero el slogan dice que la revolución fue
hecha para el pueblo. El cambiar de teorías económicas, políticas,
sociales, por más que se basen en el slogan de la igualdad, no
significan nada en la práctica de la vida diaria porque la ambición,
la avaricia, los deseos, el orgullo, la vanidad, los celos, el
machismo, las ansias de querer llegar a ser otra cosa de lo que
realmente somos, continúa por dentro. Si no me cree vaya a Cuba y
compruébelo usted mismo: después de 40 años de ¿revolución? el 90% del
pueblo cubano quiere tener una balsa para cruzar a Miami y tener la
posibilidad de ser millonario. ¡Si no cambia el hombre primero, todo
cambio de sociedad es una ilusión que sólo permite a los dictadores
entronizarse eternamente en el poder!
En la rebelión de la inteligencia debe primar la libertad de la
mente, del corazón y del alma, para poder ver lo verdadero en lo
verdadero y lo falso en lo falso, sin velo ideológico de por medio,
porque si no es así sólo veremos lo que queremos ver de acuerdo a los
intereses intelectuales y psicológicos que señala la creencia, la
teoría, el dogma, la ideología. El hacerse poseedor o el identificarse
con cualquier idea estructurada lo convierte en un esclavo del alma,
porque debe obedecer y repetir mecánicamente lo que la teoría,
doctrina o creencia dice que es verdad, no podrá pensar por sí mismo,
todo viene envasado en las interpretaciones intelectuales de los
líderes, jefes, gurúes y broker.
El ser esclavos en términos económicos, políticos, sociales, puede
tener alguna razón, porque quizás no podamos escapar de ello, pero ser
esclavo del alma, de la mente y el corazón, no depende de otro,
depende de cada uno de nosotros. Sólo somos esclavos del alma, de la
mente y el corazón, cuando subyugamos la inteligencia y entregamos
todo a la memoria para que repita todo lo que otros dijeron, con tal
de no hacer ningún esfuerzo, para tener que “ver y pensar” por
nosotros mismos.
El neoliberalismo es la máxima expresión externa que jamás ha tenido
la historia humana de egoísmo, ambición y avaricia, pero ello es
posible sólo porque nosotros interiormente somos egoístas, ambiciosos
y avarientos, y cualquier cambio que pretendamos, si no nace de la
transformación nuestra primero, será más de lo mismo.
El creer que cambiando los aspectos exteriores de la sociedad es
posible cambiar algo, es el máximo sueño utópico del cual el hombre
jamás despierta. Un ejemplo: en Chile el neoliberalismo lo trajo el
dictador Pinochet, los chilenos para cambiar [...] eligieron a Alwin,
luego a Frei y ahora a Lagos. Todo sigue igual, el mercado sigue
determinando todo, y en Chile siguen siendo 12 personas las dueñas del
país, igual que en tiempo de Pinochet. De modo que lo único que cambió
en ese país, es que ahora el pueblo puede elegir a qué dictador
neoliberal desea y quiere. El resto sigue todo igual y peor.
Mientras seamos interiormente avarientos, egoístas, ambiciosos, y
nuestras mentes estén llenas de ansias de poder, gloria, fama, éxito,
seguiremos siendo gobernados por dictadores como Fidel o tiranos como
George W. Bus. Usted elija [...] es intrascendente porque el mundo
seguirá siendo lo que es a causa de que usted y yo no somos capaces de
transformarnos a nosotros mismos. En todo caso, usted ya sabe que en
su país tiene la opción, por medio de la democracia, de elegir al
dictador que más le guste pero, ¡si no cambia usted por dentro, no
cambiará la sociedad en que vive!
La revolución de la inteligencia es ahora, mañana es muy tarde, la
memoria a través de las doctrinas ya cumplió su papel y fracasó, sólo
nos queda la revolución de nuestro pensar, porque la inteligencia es
la libertad, la igualdad y la armonía con nosotros mismos y con el
resto de la humanidad, y si esto no existe primero en nosotros jamás
podrá ser realidad en el exterior, en la sociedad y en el mundo.

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